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Sobrecostos en obras públicas: el saqueo sistemático de fondos públicos

Sobrecostos en obras públicas: el saqueo sistemático de fondos públicos

Los sobrecostos en obras públicas son un fenómeno recurrente que evidencia la corrupción enquistada en los sistemas de contratación pública de muchos países, especialmente en América Latina. Estos incrementos excesivos en los gastos de proyectos de infraestructura o servicios públicos, ejecutados por empresas privadas, van más allá de los ajustes legítimos y responden a prácticas corruptas como sobornos, tráfico de influencias y colusión en licitaciones.

La distinción entre un sobrecosto legítimo y uno corrupto radica en la intencionalidad y el beneficio ilícito obtenido. Prácticas como sobornos, manipulación de licitaciones y reclamos inflados elevan artificialmente los costos y permiten a los contratistas recuperar pagos indebidos mediante materiales de menor calidad o demoras intencionales. Cuando un sobrecosto supera límites razonables por ejemplo, más del 20 30% sin explicación válida y coincide con evidencia de sobornos, la presunción de corrupción resulta fundada.

El análisis comparativo entre Europa y América Latina revela diferencias culturales e institucionales que influyen en la corrupción de obras públicas. En Europa, este fenómeno tiende a ser más discreto y localizado, con aumentos de precios entre el 17% y el 35% generalmente asociados a licitaciones sin verdadera competencia. En cambio, en América Latina, la corrupción se manifiesta de forma más abierta y persistente, generando graves consecuencias macroeconómicas: el gasto público ineficiente representa aproximadamente el 4.4% del PIB regional.

Para contrarrestar estos problemas, se aplican auditorías estrictas y se promueve la competitividad en Europa, mientras que en América Latina la debilidad institucional intensifica el impacto negativo. Jurisdicciones como España, Italia, Francia y Alemania han implementado regulaciones estrictas para limitar modificaciones contractuales, exigir transparencia en licitaciones y sancionar penalmente conductas corruptas. Sin embargo, estas medidas fracasan sin voluntad política efectiva y sin independencia real de los órganos de control.

En definitiva, los sobrecostos en obras públicas constituyen uno de los principales focos de corrupción administrativa contemporánea. Distinguir entre sobrecostos legítimos e ilegítimos exige vigilancia y transparencia radical. Sin reformas que prioricen apertura de datos, competencia real y trazabilidad de decisiones, estos ciclos viciosos persistirán en detrimento del desarrollo y la igualdad.

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