El panorama político en América Latina ha experimentado un giro significativo en los últimos años, con algunos países virando hacia el conservadurismo mientras otros han hecho el recorrido contrario, de la derecha a la izquierda. Este escenario refleja la complejidad y diversidad de la región.
Chile es un claro ejemplo de este viraje hacia la derecha. La victoria del ultraderechista José Antonio Kast en las elecciones presidenciales marca un cambio radical en la agenda política del país, después del gobierno progresista de Gabriel Boric. Kast, del Partido Republicano, se convertirá en el primer presidente de extrema derecha elegido democráticamente en Chile.
Otros países de la región han seguido una tendencia similar. En Argentina, el ultraderechista Javier Milei, del partido La Libertad Avanza, venció al peronista Sergio Massa en las elecciones de 2023. Bolivia, por su parte, eligió a Rodrigo Paz Pereira, un político centro-derechista del Partido Demócrata Cristiano, quien sucedió al expresidente Luis Arce, después de casi veinte años de gobiernos del Movimiento al Socialismo.
En el polo opuesto, destacan países como Brasil, Uruguay y Colombia, que han hecho el recorrido contrario, de la derecha a la izquierda. Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores, volvió al poder en Brasil en 2023, mientras que en Colombia, Gustavo Petro y su coalición de izquierda, el Pacto Histórico, asumieron el gobierno en 2022.
Otros países, como Paraguay, El Salvador y Nicaragua, mantienen gobiernos conservadores, mientras que México, Costa Rica, República Dominicana y Panamá han elegido líderes de tendencia más progresista.
En general, el mapa político de América Latina refleja una gran diversidad, con nueve países dirigidos por gobiernos de izquierda frente a siete de tendencia conservadora, sin contar a Venezuela, Cuba y Nicaragua, que mantienen gobiernos cuestionados por organismos internacionales.
Este panorama plantea desafíos y oportunidades para la región, donde los diferentes bloques políticos buscarán consolidar sus agendas y enfrentar los problemas comunes, como la desigualdad, la corrupción y la crisis económica.










