Los chilenos acudían el domingo a las urnas para una segunda vuelta de las elecciones presidenciales en las que decidirán entre la permanencia del oficialismo o dar un giro hacia la derecha más extrema desde el retorno a la democracia en 1990.
Esta elección representa un momento histórico para Chile, con dos candidatos que encarnan visiones diametralmente opuestas sobre el rumbo que debe tomar el país. Por un lado, el candidato de izquierda, Gabriel Boric, representa la continuidad de las políticas progresistas implementadas durante el gobierno de Sebastián Piñera. Por el otro, José Antonio Kast, un abogado de 55 años, encarna un discurso de extrema derecha que evoca los fantasmas de la dictadura de Augusto Pinochet.
Boric, un diputado de 35 años que lideró las masivas protestas sociales de 2019, ha prometido transformar radicalmente el modelo económico neoliberal de Chile, aumentando el gasto social y fortaleciendo el rol del Estado. Por su parte, Kast, un admirador declarado de Pinochet, ha prometido restablecer el "orden" y reducir drásticamente el gasto público.
La campaña ha estado marcada por un tenso clima de polarización, con acusaciones cruzadas de ambos bandos. Boric ha denunciado el "fascismo" de Kast, mientras que este último ha tildado a su rival de "comunista". Analistas coinciden en que el resultado será muy ajustado y que cualquiera de los dos candidatos podría imponerse.
Sea cual sea el resultado, lo cierto es que Chile se encuentra en una encrucijada histórica. La elección de este domingo determinará si el país continúa por la senda del progresismo o si da un giro radical hacia la derecha más extrema. Las consecuencias de esta decisión serán trascendentales para el futuro del país y de toda la región.











