Los cinco candidatos presidenciales que respondieron a la consulta del medio El Observador sobre sus gustos musicales han revelado más que solo sus preferencias artísticas. Sus elecciones musicales parecen reflejar sus tendencias ideológicas y planes de gobierno en materia cultural.
El liberacionista Álvaro Ramos, afectado por sordera, disfruta de música bailable como salsa, merengue y bachata. Por su parte, el socialcristiano Juan Carlos Hidalgo es fanático del rock alternativo de los 90, con bandas como Oasis, Live y Weezer.
En contraste, el candidato del Partido Liberal Progresista, Eli Feinzaig, se inclina por el rock clásico, el hard rock e incluso el heavy metal. Mientras tanto, José Aguilar del Partido Avanza muestra una variedad de gustos que van desde el rap de Kanye West hasta el jazz de Matthew Halsall.
Por último, Ariel Robles del Frente Amplio tiene una lista ecléctica que abarca desde Los Ángeles Azules hasta Bad Bunny, reflejando su visión de la cultura como un espacio de diversidad e inclusión.
Estos contrastes en las preferencias musicales de los aspirantes parecen coincidir con los enfoques que cada uno plantea en sus planes de gobierno para el sector cultural. Mientras unos priorizan el fortalecimiento de la identidad nacional y las tradiciones, otros se enfocan en la innovación, la descentralización y el acceso equitativo a bienes y servicios culturales.
La música, en este sentido, se convierte en un espejo de las propuestas y visiones que cada candidato ofrece para el futuro cultural de Costa Rica.
