La tecnología de impresión 3D de alimentos está transformando la industria alimentaria al permitir la personalización de productos según las necesidades nutricionales y de sabor de cada consumidor. Según un estudio de Precedence Research, este mercado alcanzó un valor de 534.75 millones de dólares este año y se proyecta que crezca un 34.2% anual, muy por encima del 3-3.5% de la economía global.
La investigadora Viridiana Tejada Ortigoza, del Tecnológico de Monterrey, explica que esta tecnología ya no se limita al chocolate y los geles, sino que permite trabajar con una amplia gama de ingredientes como almidones, pectinas, harinas de trigo, avena, cereales e incluso harinas de insectos. El proceso se realiza principalmente mediante extrusión, donde una pasta alimentaria se deposita capa por capa.
Uno de los principales retos no radica en la impresión en sí, sino en formular mezclas que cumplan con requisitos de reología, estabilidad estructural, aporte nutricional y compatibilidad con procesos posteriores como horneado o freído. Esto ha despertado el interés de agencias espaciales que buscan alimentos altamente nutritivos, de bajo peso y con posibilidad de personalización para misiones de larga duración.
Aunque aún existen limitaciones para replicar la textura de algunos productos cárnicos, empresas como Redefine Meat ya desarrollan cortes de carne y pescado personalizados, abriendo la posibilidad de crear productos nuevos imposibles de obtener por métodos convencionales. Además, el grupo de investigación de Tejada Ortigoza trabaja en la reintegración de subproductos alimentarios como cáscaras, fibras vegetales y suero de leche a la cadena productiva.
La impresión 3D de alimentos está revolucionando la industria al permitir la creación de productos a medida, más nutritivos y sustentables. Esta tecnología ofrece un futuro prometedor para la personalización de la alimentación, tanto en el ámbito comercial como en proyectos especiales como misiones espaciales.











