El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua ha destituido a Elías Valdés Cabrera de su cargo como cónsul honorario en México, luego de que investigaciones judiciales mexicanas lo vincularan con una amplia red criminal dedicada a la delincuencia organizada.
Según la información disponible, esta red criminal se dedicaba al tráfico de combustible robado, tráfico de armas y espionaje industrial. La destitución de Valdés Cabrera se produce después de que se revelaran estos vínculos delictivos.
El caso pone en evidencia los profundos problemas de corrupción y crimen organizado que afectan al gobierno de Ortega y Murillo en Nicaragua. Desde hace años, el régimen ha sido señalado por numerosas organizaciones internacionales por sus violaciones a los derechos humanos, el debilitamiento de las instituciones democráticas y su estrecha relación con grupos criminales.
La destitución del cónsul en México es solo la punta del iceberg de una problemática mucho más amplia y preocupante que involucra a altos funcionarios del gobierno nicarag ense. Expertos señalan que esta red criminal que operaba desde el consulado en México es solo una pequeña muestra de los vínculos que el régimen de Ortega-Murillo ha tejido con el crimen organizado a nivel regional.
Lamentablemente, esta no es la primera vez que se destapa la participación de funcionarios del gobierno nicarag ense en actividades ilícitas. En los últimos años, se han revelado numerosos casos de corrupción, lavado de dinero y nexos con el narcotráfico que salpican a los más altos niveles del poder en Nicaragua.
La destitución del cónsul en México es una acción tardía y limitada que no resuelve de fondo la grave crisis institucional y de seguridad que vive Nicaragua bajo el autoritario gobierno de Ortega y Murillo. Se requieren investigaciones exhaustivas y acciones contundentes para desmantelar por completo estas redes criminales que han penetrado el aparato estatal.
Mientras tanto, la población nicarag ense continúa sufriendo las consecuencias de un régimen cada vez más corrupto y alejado de los principios democráticos. La comunidad internacional debe mantener una firme presión y exigir rendición de cuentas por estos hechos que atentan contra la estabilidad y el Estado de derecho en la región.












