Una semana después de las elecciones generales en Honduras, el país sigue sumido en la incertidumbre sin tener aún un presidente electo definido. El conteo oficial de votos se encuentra paralizado y han surgido denuncias de fallas de seguridad en el sistema de transmisión de resultados, lo que ha llevado al gobernante Partido Libre a exigir la nulidad total de los comicios y convocar a movilizaciones.
Las elecciones del 28 de noviembre enfrentaron a Xiomara Castro, candidata del Partido Libertad y Refundación (Libre), y a Nasry Asfura, del gobernante Partido Nacional. Según los datos oficiales preliminares, Castro habría obtenido una estrecha ventaja sobre Asfura, pero el Tribunal Supremo Electoral aún no ha emitido resultados definitivos.
La falta de transparencia y las denuncias de irregularidades han generado un clima de incertidumbre y tensión en el país centroamericano. El Partido Libre ha exigido la anulación de los comicios y ha convocado a manifestaciones para protestar contra lo que consideran un "fraude electoral".
Por su parte, el Partido Nacional ha defendido la legitimidad del proceso y ha instado a respetar los resultados oficiales una vez que sean publicados. Sin embargo, la demora en el conteo y la falta de confianza en las instituciones electorales han alimentado los temores de una crisis política.
Analistas locales advierten que la prolongada incertidumbre podría derivar en protestas masivas y eventuales choques entre partidarios de ambos bandos, lo que pondría en riesgo la estabilidad del país. Hasta ahora, las fuerzas de seguridad han mantenido un delicado equilibrio, pero la situación sigue siendo volátil.
La comunidad internacional, incluidos organismos como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, han hecho un llamado a respetar la voluntad popular y a resolver las diferencias por la vía democrática. Sin embargo, la falta de confianza en el sistema electoral hondureño amenaza con agudizar aún más la crisis política.
