Tadej Pogacar, el esloveno de 27 años, cerró el 2025 como el mejor ciclista del mundo, con una temporada que redefine los límites del deporte. Tras una campaña histórica en 2024, Pogacar volvió a imponer su ley en el pelotón internacional, conquistando un palmarés inigualable.
Con 50 días de competición y 20 victorias, Pogacar demostró una continuidad y versatilidad asombrosas. Ganó en carreras por etapas, clásicas, Monumentos y grandes citas del calendario, sin ceder terreno en ningún momento del año. Su dominio fue casi insultante, confirmando que no existe un ciclista más completo ni determinante en el pelotón.
Pogacar centró su calendario en los grandes objetivos, renunciando a La Vuelta para lograr una temporada "quirúrgica, medida al milímetro y ejecutada con precisión extraordinaria". Ganó el UAE Tour, Strade Bianche, el Tour de Flandes, Flecha Valona, Lieja-Bastoña-Lieja y el Tour de Francia, donde volvió a imponer su ley con cuatro etapas.
Pero quizás el dato más impresionante de su 2025 es su relación con los Monumentos. Pogacar logró subir al podio en los cinco en una misma temporada, algo inédito en la historia. Fue tercero en Milán-San Remo, ganó en Flandes, fue segundo en su debut en la París-Roubaix, volvió a imponerse en Lieja y cerró el curso con su quinto Giro de Lombardía consecutivo.
Estas hazañas lo han llevado a ser comparado con la leyenda Eddy Merckx, algo que el propio Pogacar rehúye. Sin embargo, los registros empujan al paralelismo. En 2025 se convirtió en el primer corredor capaz de ganar Tour y Mundial en dos temporadas consecutivas, en el único en firmar cinco Lombardías seguidas y en el primero en completar el podio en todos los Monumentos en un mismo año.
Más allá de los números, Pogacar transmite una sensación especial cuando corre. Ataca donde no se espera, resiste donde otros ceden y se mueve con una naturalidad que desarma a sus rivales. Es líder, es competidor y es espectáculo. Por eso su figura trasciende el ciclismo y su premio como mejor deportista del año no admite discusión.
El futuro se presenta como un nuevo desafío para Pogacar, que ya tiene en la mira las dos carreras que se le han resistido: Milán-San Remo y París-Roubaix. Completar ese palmarés sería sencillamente inigualable. También La Vuelta sigue esperando su regreso, cuando el calendario y la ambición decidan cruzarse.
Mientras tanto, Pogacar disfruta del presente con la serenidad de quien sabe que está escribiendo algo irrepetible por inverosímil. Su 2025 no fue solo un gran año. Fue la confirmación definitiva de que el mejor ciclista del mundo sigue teniendo mucha hambre. Y cuando eso ocurre, el ciclismo entero tiembla.
