Metrópolis (1927), la emblemática película dirigida por Fritz Lang, sigue siendo una de las obras más influyentes y visionarias del cine del siglo XX. Más que una simple obra de ciencia ficción, esta película es un profundo ensayo visual sobre el poder, la desigualdad y la fe moderna en la máquina.
La trama de Metrópolis se desarrolla en una ciudad futurista y distópica, donde la sociedad se divide claramente entre los trabajadores manuales que operan la maquinaria subterránea y la élite que vive en lujosos rascacielos. Esta división refleja la creciente brecha entre las clases sociales que caracterizó a la era industrial.
En el corazón de la película se encuentra la lucha entre el cuerpo y la máquina. Los trabajadores, agotados y deshumanizados por el trabajo arduo y repetitivo, son vistos como meros engranajes en la gran maquinaria de la ciudad. Por el contrario, los ricos y poderosos se aferran a la ilusión de que la tecnología y la eficiencia de la máquina les otorgarán el control y la dominación sobre la sociedad.
Sin embargo, Lang nos muestra que esta fe ciega en la máquina es en sí misma una forma de idolatría. La figura de Moloch, un enorme ídolo metálico que devora a los trabajadores, se convierte en un símbolo potente de cómo la adoración de la tecnología puede llevar a la explotación y la deshumanización.
Uno de los momentos más impactantes de la película es cuando la trabajadora María es transformada en una máquina, una "Máquina-Humana" que incita a los obreros a la rebelión. Esta escena refleja la forma en que la tecnología puede ser utilizada para controlar y manipular a las masas, convirtiendo a los seres humanos en meros objetos.
A pesar de su antig edad, Metrópolis sigue siendo una obra profundamente relevante en nuestros tiempos. La tensión entre el cuerpo y la máquina, la lucha por el poder y la fe ciega en la tecnología son temas que siguen resonando en nuestra sociedad actual, marcada por la creciente desigualdad y la dominación de las grandes corporaciones.
La visión de Lang nos recuerda que, mientras la tecnología puede ser una herramienta poderosa, también puede convertirse en un ídolo que sacrifica a los seres humanos en aras de la eficiencia y el control. Metrópolis nos desafía a reflexionar sobre el papel de la máquina en nuestra sociedad y a buscar formas de reconciliar el cuerpo y la máquina, el trabajo y el ocio, la desigualdad y la justicia.












