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Precariedad académica y abuso de poder en la universidad pública de Bolivia

Precariedad académica y abuso de poder en la universidad pública de Bolivia

Una periodista que volvió a estudiar en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM) de Bolivia relata una preocupante situación de precariedad académica y abuso de poder por parte de algunos docentes. Según su testimonio, encontró casos de profesores que usaban las clases para hacer campaña política, humillar a los estudiantes y naturalizar la falta de compromiso.

La autora del texto, Carolina Méndez Valencia, cuenta que al reintegrarse a las aulas universitarias después de casi una década, se encontró con una realidad que la decepcionó profundamente. Describe dos casos emblemáticos que ilustran la gravedad del problema.

En el primer caso, un docente que aspiraba a cargos de poder convirtió el aula en una "plataforma constante de campaña electoral". Durante todo el semestre, las clases fueron reemplazadas por discursos políticos, pedidos de voto y solicitudes de apoyo para su candidatura a rector. Además, ejercía la autoridad desde la humillación, con comentarios abiertamente homofóbicos, afirmaciones morales sobre el rol de la mujer y advertencias contra cualquier crítica en redes sociales.

En el segundo caso, el deterioro adoptó una forma "menos ruidosa pero igual de dañina": un profesor que asistía muy poco a clases, llegaba tarde, se iba antes de tiempo y se limitaba a hacer que los estudiantes expongan los mismos temas repetidamente, sin guía ni retroalimentación, mientras él miraba el celular.

Méndez Valencia sostiene que este tipo de situaciones no se trata de "diferencias de estilo docente", sino de "uso indebido del poder, de abuso simbólico y de una concepción autoritaria del aula". Y cuestiona duramente a la universidad por tolerar estos comportamientos de manera impune.

La autora advierte que el daño no se limita a las materias no aprovechadas, sino que produce estudiantes que "internalizan que eso es 'ser profesional', que la improvisación y el autoritarismo son formas legítimas de ejercer poder". En sus palabras, una universidad que forma desde la mediocridad "no solo produce malos profesionales: produce ciudadanos menos críticos, más dóciles y más acostumbrados a callar".

Méndez Valencia concluye su duro relato afirmando que, si bien hablar de estos temas "incomoda", callar sería "complicidad". Y que, aunque la "precariedad intelectual resulte cómoda para toda la institucionalidad", ella se niega "al silencio".

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