El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, sostuvo una llamada telefónica con Nasry Asfura, candidato proclamado ganador por el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Honduras, en un gesto que refuerza el respaldo político de Washington al retorno del Partido Nacional al poder en el país centroamericano.
De acuerdo con información difundida por el Departamento de Estado, Rubio destacó la importancia de fortalecer la relación bilateral entre Honduras y Estados Unidos, especialmente en materia de seguridad regional, cooperación económica y combate al crimen organizado. Además, subrayó la coincidencia del proyecto político de Asfura con la agenda impulsada por la actual administración estadounidense a cargo de Donald Trump.
El contacto diplomático se produce luego de que el CNE oficializara, el pasado 24 de diciembre, la declaratoria que certifica la victoria de Asfura en los comicios celebrados el 30 de noviembre, tras un proceso de escrutinio marcado por retrasos y controversias.
El "triunfo" del candidato nacionalista estuvo respaldado desde un inicio por el presidente estadounidense Donald Trump, quien calificó a Asfura como un aliado estratégico y "amigo de la libertad", declaraciones que generaron reacciones encontradas en Honduras y en otros países de la región, donde diversos sectores cuestionaron una posible injerencia política externa en el proceso electoral.
Asimismo, la comunicación entre Rubio y Asfura fue interpretada como una señal temprana de alineamiento político y geopolítico, en un contexto regional marcado por tensiones migratorias, disputas comerciales y una creciente militarización de la política de seguridad en Centroamérica.
No obstante, el reconocimiento estadounidense contrasta con el clima de fuerte polarización interna que persiste en Honduras. Desde Libertad y Refundación (Libre), partido en Gobierno, así como desde sectores sociales y populares, se ha denunciado que el proceso electoral estuvo plagado de irregularidades, incluyendo inconsistencias en miles de actas, retrasos injustificados en el escrutinio especial y decisiones administrativas que, a su juicio, vulneraron la transparencia y la voluntad popular.
En la misma línea, el candidato presidencial del Partido Liberal, Salvador Nasralla, reiteró que las elecciones fueron fraudulentas y que más de ocho mil actas no fueron sometidas al escrutinio especial pese a haber sido impugnadas en tiempo y forma. Nasralla sostuvo que la declaratoria del CNE carece de legitimidad política y moral, al no haber resuelto previamente todas las inconsistencias denunciadas por los partidos participantes.
Estas acusaciones mantienen abierto el debate sobre la legitimidad del proceso electoral hondureño y proyectan un escenario de conflictividad política que podría extenderse más allá de la toma de posesión, en medio de llamados ciudadanos a la movilización, la defensa del voto y la exigencia de reformas estructurales al sistema electoral del país.











