Óscar Ramírez, conocido como el "Macho", y su hijo Andrés protagonizaron uno de los momentos más conmovedores en la reciente celebración del título 31 de Liga Deportiva Alajuelense. El emotivo abrazo entre ambos, con lágrimas en los ojos, reflejó la profunda conexión que comparten a través de su pasión por el fútbol.
Andrés, quien acompañó a su padre desde los inicios de su etapa como técnico de Alajuelense, ha heredado los colores rojinegros y se ha convertido en un pilar clave para el "Macho" en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) del club. Juntos, han estado trabajando codo a codo, aportando sus conocimientos y habilidades para pulir a los jóvenes talentos del semillero.
La historia de este padre e hijo se remonta a cuando Andrés era un niño que solía acompañar a su padre al estadio. Ahora, años después, esa conexión se ha fortalecido aún más, convirtiéndose en una pieza fundamental en el regreso del "Macho" a la dirección técnica de Alajuelense.
Cuando Óscar Ramírez aceptó la propuesta del presidente Joseph Joseph para trabajar en el CAR, pensó inmediatamente en Andrés como su aliado en el ámbito tecnológico. Desde agosto de 2024, han estado juntos, respirando fútbol y trabajando en equipo para llevar al equipo al éxito.
El momento culminante de esta unión llegó cuando Alajuelense se coronó campeón por la estrella 31. Fue entonces cuando el "Macho" y Andrés se fundieron en un abrazo cargado de emoción, deteniendo el tiempo para ellos y para el resto de la familia. La esposa del técnico y madre del asistente, conmovida, sentía que el corazón se le salía al presenciar tan emotiva escena.
Esta historia de padre e hijo, unidos por la pasión del fútbol, es un ejemplo inspirador de cómo los lazos familiares pueden fortalecerse a través de un deporte que une a las personas. El "Macho" Ramírez y Andrés han demostrado que el trabajo en equipo y el apoyo mutuo pueden llevar al éxito, tanto en el ámbito profesional como en el personal.











