S o Paulo, la mayor ciudad de Brasil, enfrenta una batalla constante para ocultar los cables eléctricos y de telecomunicaciones que cubren sus calles. A pesar de los esfuerzos de las autoridades, la tarea de enterrar estos tendidos se ha vuelto extremadamente compleja y costosa, dejando a la ciudad con un paisaje urbano plagado de postes y cables.
El problema de los cables aéreos en S o Paulo no es nuevo. Desde hace décadas, la ciudad lucha por encontrar una solución efectiva para este desafío estético y de seguridad pública. Los cables, que se extienden por toda la ciudad, no solo afean el paisaje, sino que también representan un riesgo para la población, especialmente durante las tormentas.
Uno de los principales obstáculos para enterrar los cables es el costo. Según estimaciones, el proceso de soterramiento de la red eléctrica y de telecomunicaciones en toda la ciudad podría costar más de 100 mil millones de reales (aproximadamente 20 mil millones de dólares). Esta cifra astronómica hace que el proyecto sea prácticamente inviable para las arcas públicas.
Además del alto costo, la complejidad logística también representa un desafío significativo. S o Paulo es una ciudad densamente poblada, con una infraestructura subterránea ya saturada. Excavar y colocar nuevos ductos para los cables requeriría una enorme coordinación entre las diferentes empresas y agencias gubernamentales, lo que a menudo se traduce en retrasos y obstáculos burocráticos.
Otro factor que dificulta el proceso es la propia tarifa cobrada por las empresas de servicios públicos. Según expertos, el costo de mantenimiento de los cables aéreos es más bajo que el de los sistemas subterráneos, lo que se refleja en las tarifas cobradas a los consumidores. Esto hace que las empresas tengan poco incentivo financiero para invertir en el soterramiento de los cables.
A pesar de estos desafíos, algunas iniciativas locales han intentado abordar el problema. En 2007, la ciudad implementó un programa piloto para enterrar los cables en el centro histórico, pero el proyecto se vio obstaculizado por la falta de fondos y la complejidad logística.
En los últimos años, también se han propuesto soluciones alternativas, como la instalación de postes más estéticos o la utilización de tecnologías de transmisión inalámbrica. Sin embargo, estas alternativas aún no han logrado reemplazar por completo la red de cables aéreos que domina el paisaje urbano de S o Paulo.
En resumen, la batalla de S o Paulo por enterrar sus cables eléctricos y de telecomunicaciones se enfrenta a una serie de desafíos, entre ellos los altos costos, la complejidad logística y la falta de incentivos financieros para las empresas de servicios públicos. A pesar de los esfuerzos de las autoridades, la ciudad aún tiene un largo camino por recorrer para lograr un paisaje urbano más limpio y seguro.












