La ciudad moderna se ha convertido en un verdadero sistema vivo y vibrante, generando una cantidad inimaginable de datos cada segundo. Estos datos, que antes parecían incomprensibles, ahora pueden ser aprovechados gracias a los avances tecnológicos, especialmente de la inteligencia artificial.
Tal vez lo que más distingue a las ciudades modernas de las urbes tradicionales es su extraordinaria complejidad. Cada calle, cada banqueta, cada vivienda, cada familia, cada persona, se convierte en una fuente inagotable de datos. Estos datos, que antes se perdían en la nada, ahora pueden ser capitalizados y utilizados para mejorar la vida de los ciudadanos.
Empresas como Google han sabido aprovechar esta información, utilizándola para brindar servicios como la planificación de rutas y la estimación de tiempos de llegada. Sin embargo, esto plantea preguntas sobre la privacidad y el valor de estos datos. ¿Qué tan gratuito es realmente usar estas aplicaciones? ¿Cuánto vale la información que estamos proporcionando de manera involuntaria?
Pero la verdadera revolución se encuentra en el uso de la inteligencia artificial. Modelos de lenguaje como ChatGPT, Gemini y Claude han demostrado su capacidad para procesar y analizar grandes cantidades de datos, lo que abre nuevas posibilidades para la toma de decisiones en las ciudades.
Imagine el potencial de alimentar estas redes neuronales con bases de datos gigantescas sobre la ciudad, desde traslados y aglomeraciones hasta las opiniones de los ciudadanos. Esto permitiría a los gobiernos identificar los elementos más pertinentes para la construcción de consensos, reduciendo los riesgos en la toma de decisiones y reflejando mejor los intereses y necesidades de la población.
Además, esto facilitaría una forma de participación ciudadana más asequible, donde la simple opinión en redes sociales se convertiría en un valioso insumo para identificar problemas y construir soluciones más pertinentes.
La ciudad moderna ya no es un conjunto inerte de construcciones y espacios, sino un verdadero sistema vivo y en constante evolución. Y la inteligencia artificial se perfila como la herramienta clave para aprovechar al máximo el potencial de los datos que genera este sistema, transformando la forma en que vivimos y nos relacionamos con nuestras ciudades.











