Hace 39 años, cuando el trabajo de pintor de obras se congelaba en invierno y en la casa escaseaba todo, don Oliborio Mendieta, de Lambaré, Paraguay, tuvo que agudizar el ingenio para sacar adelante a su familia. Sin dinero y con escasez de alimentos, la preocupación era grande, pero ahí, en medio de la necesidad, se le prendió la lamparita.
Un día, don Oli le hizo pandorgas a sus hijos para distraerlos. Uno de ellos salió a hacer volar una y volvió con una sorpresa: "Papá, vendí mi pandorga por 200 guaraníes". Después, el otro hijo también la vendió por la misma suma. Esto hizo que don Oli entendiera el potencial de este sencillo juguete.
"En esa época, para tener idea, un kilo de azúcar costaba 4 guaraníes. Era plata de verdad", recordó el abuelo Oli, conocido como el "Rey de las pandorgas". Ahí, don Oli supo que había encontrado la solución a sus problemas. Al día siguiente, fue al Mercado Cuatro, compró bolsas recicladas, su señora las cosía en la máquina, y los hijos salieron a vender.
"Me acuerdo que hice 20, mis hijos salieron a vender a la mañana temprano y antes del medio día ya no tenían ni una sola, volvieron a casa con una felicidad enorme, y nosotros nos pusimos más felices", contó don Oli. Empezó haciendo pandorgas de los equipos de fútbol Olimpia y Cerro Porteño, utilizando bolsas de colores.
Con el tiempo, don Oli fue perfeccionando su técnica, poniendo solo las insignias y mejorando el trabajo. Así, la necesidad se fue terminando. Desde ese momento, la familia vivió honradamente, sin volver a pasar hambre. Tal vez faltaba trabajo, pero nunca más faltó pan.
Don Oli crió a dos hijos varones y una nena, todos ellos testigos de que la dignidad también se construye con bolsas de hule, hilo y mucho amor. "Hoy las pandorgas ya no se venden como antes; los chicos prefieren el celular antes que mirar el cielo. Pero la tradición sigue viva", dijo el karai.
Este domingo 21, el Rey de las pandorgas invita a un evento en Paraguarí, en el Cerro H , para volver a hacer volar pandorgas y recordar la época dorada de la infancia. Una pandorga tradicional cuesta 5.000 guaraníes, y con hilo 8.000. "No es solo un juguete, es historia, es lucha, es dignidad", afirma don Oli.
La historia de don Oliborio Mendieta y su familia es un ejemplo de cómo la creatividad y el ingenio pueden ser la clave para superar la adversidad. Con unas simples pandorgas, lograron salir adelante y mantener la dignidad, dejando un legado que aún hoy se mantiene vivo en Paraguay.










