El 2025 ha sido un año revelador para el fútbol brasileño, con los técnicos nacionales demostrando su valía en momentos clave. Las semifinales de la Copa de Brasil son un claro ejemplo de ello.
Mientras que los equipos dirigidos por entrenadores brasileños como Dorival Júnior y Fernando Diniz lograron clasificarse a la final, quedaron eliminados los conjuntos comandados por técnicos extranjeros como el portugués Leonardo Jardim, del Cruzeiro, y el argentino Luis Zubeldía, del Fluminense.
Este dato, si bien no define una tendencia absoluta, sí ilumina un escenario más amplio de la temporada en Brasil. A lo largo del año, los entrenadores locales han vuelto a ocupar el centro de las decisiones, en contraste con la práctica reciente de buscar soluciones en el exterior ante momentos de inestabilidad.
Un caso emblemático es el del Flamengo, dirigido por Filipe Luís. En su primera experiencia como entrenador profesional, el exjugador acumuló conquistas y venció a equipos liderados por técnicos extranjeros, como el Palmeiras de Abel Ferreira, que durante años fue el gran referente de éxito en el país.
Este movimiento también se refleja en los premios individuales. Rafael Guanaes, de 44 años y entrenador del Mirassol, fue elegido el mejor técnico de la temporada, consolidando el surgimiento de una nueva generación de entrenadores brasileños.
La única excepción a esta tendencia es la llegada de Carlo Ancelotti a la Selección Brasileña. Se trata de un caso particular, dado el historial y la trayectoria singular del técnico italiano, campeón en las principales ligas de Europa. Su contratación responde a una decisión estratégica basada en experiencia, liderazgo y capacidad de gestión, más allá de la nacionalidad.
En resumen, el 2025 deja un mensaje claro: el fútbol brasileño ha vuelto a reconocerse en sus propios entrenadores. No como una regla absoluta, ni como un rechazo a lo que viene de fuera, sino como una señal de que mirar hacia adentro puede ser, en determinados momentos, la mejor respuesta.
