Cientos de pobladores, en su mayoría feligreses católicos, marcharon en Coahuayana, Michoacán, para exigir paz tras la explosión de un coche bomba que dejó 5 muertos y 12 heridos la semana pasada.
Los manifestantes, con vestimenta blanca, lanzando cantos y con flores en la mano, pidieron a las autoridades que se frene la narcoviolencia que provocó este ataque frente a la sede de la Policía Comunitaria en esta región de la Costa-Sierra michoacana.
La marcha comenzó desde una tienda conocida por los habitantes como "Moyo" hasta la Glorieta de la Paz, en la cabecera municipal de una zona ubicada en los límites de la entidad con Colima. Al frente iba un sacerdote, con sotana morada, así como una corona y una paloma de flores.
El pasado 6 de diciembre, un vehículo con su conductor estalló, cerca de las 11:40 horas en la Colonia Centro y frente a la sede de la Policía Comunitaria, en medio de un ataque en el que también se usaron drones con explosivos.
Coahuayana, con los municipios de Aquila y Chinicuila, forma parte de un corredor estratégico para grupos armados que buscan controlar rutas hacia el Pacífico, usadas para el trasiego de drogas, armas y mercancía ilegal, lo que ha detonado una disputa con enfrentamientos constantes y desplazamientos de población.
Esa disputa se da entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en contra del Cártel de Tepalcatepec, este último liderado por Juan José Farías "El Abuelo".
Los pobladores de Coahuayana, cansados de la violencia que azota a su comunidad, salieron a las calles para exigir a las autoridades que tomen medidas efectivas para frenar los ataques del crimen organizado y garantizar la seguridad de los habitantes. La marcha pacífica refleja el clamor de una sociedad que clama por vivir en paz, lejos del temor y la zozobra que genera la presencia de los grupos delictivos en la región.












