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Excomandante de Al Qaeda ahora lidera Siria post-Assad

Excomandante de Al Qaeda ahora lidera Siria post-Assad

Ahmed al-Sharaa: de comandante de Al Qaeda a Un año de poder en la Siria post-Assad

Por Alonso Rosales

La política internacional suele reinventar a sus protagonistas, pero pocas metamorfosis han sido tan abruptas, tan polémicas y tan cargadas de interrogantes como la de Ahmed al-Sharaa, el hombre que hace apenas unos años figuraba en las listas de "terroristas más buscados" de la CIA y el FBI, señalado por sus vínculos con Al Qaeda y acusado de participar en atentados que cobraron la vida de cientos de civiles.

Hoy, este mismo individuo se ha convertido en una figura clave en la Siria posterior al régimen de Bashar al-Assad, liderando una transición política que, si bien ha sido recibida con cautela y escepticismo por gran parte de la comunidad internacional, también ha generado esperanzas de estabilidad y reconstrucción en un país devastado por más de una década de guerra civil.

El ascenso de al-Sharaa al poder en Siria es el resultado de una compleja trama de negociaciones, alianzas y concesiones que han marcado el proceso de transición en el país. Tras la caída de Assad, los diversos grupos opositores, incluyendo facciones rebeldes y organizaciones civiles, se vieron obligados a llegar a un acuerdo para evitar un vacío de poder que podría haber desencadenado una nueva espiral de violencia.

En este contexto, la figura de al-Sharaa, con su pasado vinculado a Al Qaeda, emergió como una opción sorprendente pero pragmática para liderar la transición. Sus conexiones con grupos islamistas radicales, así como su historial de participación en actos de terrorismo, le otorgaron una cierta legitimidad entre sectores de la oposición armada, mientras que su disposición a negociar y su promesa de reconstrucción y reconciliación nacional lo hicieron aceptable para otros actores clave, tanto dentro como fuera de Siria.

Sin embargo, el nombramiento de al-Sharaa como líder de la transición siria ha sido recibido con gran escepticismo y preocupación por parte de la comunidad internacional. Muchos temen que su ascenso al poder pueda significar un retroceso en los avances logrados en materia de derechos humanos y democracia durante los últimos años, y que su pasado vinculado al terrorismo pueda comprometer la estabilidad y la seguridad de la región.

A pesar de estas preocupaciones, al-Sharaa se ha esforzado por proyectar una imagen de moderación y pragmatismo. En sus primeros meses en el poder, ha hecho llamamientos a la reconciliación nacional, ha prometido respetar los derechos de las minorías y ha buscado establecer diálogos con actores internacionales clave, incluyendo países que anteriormente habían sido adversarios de Siria.

Pero la tarea que tiene por delante es inmensa. Siria se encuentra sumida en una profunda crisis económica, con infraestructura devastada, millones de desplazados y una población traumatizada por años de violencia. Reconstruir el país y lograr una transición política estable y duradera requerirá de un esfuerzo titánico, y las dudas sobre la legitimidad y las verdaderas intenciones de al-Sharaa seguirán siendo un obstáculo importante.

Solo el tiempo dirá si este excomandante de Al Qaeda logrará reinventarse como un líder capaz de guiar a Siria hacia un futuro más pacífico y próspero, o si su ascenso al poder terminará siendo una nueva fuente de inestabilidad y conflicto en la región.

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