El viernes pasado, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires reconoció al Dr. Jorge Cámpora como "Personalidad Destacada en el ámbito de la Educación". El acto solemne en el Salón Presidente Perón coronó una trayectoria de más de dos décadas dedicadas a transformar no solo organizaciones, sino la forma en que entendemos el liderazgo, la responsabilidad y el cambio cultural en Argentina.
Cámpora es arquitecto de profesión y formador por vocación. Es una de las figuras más influyentes en el campo de la "innovación humana" y el coaching organizacional en América Latina. Como director de las carreras de posgrado en Coaching Organizacional, Liderazgo e Innovación Humana de la Universidad del Salvador, ha formado a cientos de profesionales que hoy trabajan en empresas y organizaciones de todo el país, llevando adelante procesos de cambio cultural en contextos tan diversos como multinacionales, escuelas y organismos estatales.
La historia de cómo Cámpora llegó a la universidad tiene su origen en uno de esos momentos de crisis que la historia económica argentina muestra con cierta recurrencia. En 2002, Cámpora era gobernador de Rotary International, una organización que lo llevó a gestionar clubes desde Capital Federal hasta el sur de Santa Fe, el norte de La Pampa y el sur de Córdoba. "El dólar se había ido a 4$", recuerda ahora en diálogo con Ticmas, "y todos nos habíamos quedado sin trabajo; me preguntaba cómo hacer para que la gente no se fuera de Rotary".
La situación lo empujó a buscar herramientas que pudieran sostener a la organización, y así fue como se contactó con Fred Kofman. Kofman era un especialista en procesos de cambio cultural que había trabajado con Peter Senge, uno de los grandes referentes del pensamiento organizacional moderno del MIT. "Atendiendo a la situación, Kofman permitió que todos los miembros del gabinete nos formáramos en su empresa en forma gratuita". En medio de la crisis, Cámpora encontró que podían tener buenos resultados y esa experiencia fue reveladora.
"Pensé que había que llevarlo a la sociedad, no nos lo podíamos quedar solamente los quince tipos que tuvimos la suerte de recibir esta formación", recuerda Cámpora. La Universidad del Salvador le cedió el auditorio del campus de Pilar para un evento del Rotary y ese contacto generó el vínculo. Habló con las autoridades de la institución y ellos le preguntaron si estaba dispuesto a trabajar para crear algo diferente. La respuesta fue inmediata: "En 2003 empecé a trabajar en la creación de un espacio académico orientado a la innovación humana".
"Así como en 2009 la Universidad de la Singularidad se creó en Silicon Valley para innovar en tecnología, la pregunta que me hice -y me sigo haciendo- es si los seres humanos estamos preparados para responder con efectividad a la dinámica de la evolución tecnológica. En 2003 empezamos la Maestría en Coaching y Cambio Organizacional de la Universidad del Salvador. Empecé a trabajar más de formador que de arquitecto, produciendo gestiones de cambio cultural", explica Cámpora.
Los casos de éxito de sus alumnos ilustran cómo es la formación que trasciende las aulas. En Mastellone, por ejemplo, algunos egresados de la maestría implementaron cursos de seguridad familiar. "La gente que hacía seguridad en la empresa invitaba a las familias a un desayuno de trabajo en la planta los sábados. Les explicaban cómo había que cuidarse en casa, qué recaudos tomar para que los nenes no se quemaran, y también les mostraban el sistema de seguridad que tenían sus mamás o papás", cuenta. El resultado fue multiplicador: "A la noche todas las personas que habían participado del desayuno estaban hablando de seguridad en la casa. Eso es promover la cultura".
Para Cámpora, el cambio cultural es más necesario hoy que hace veinticinco años: un cambio cultural que "penetre las raíces de nuestra sociedad". Y cita a Guillermo Jaim Etcheverry, quien fuera rector de la UBA en el tiempo en que él comenzaba a delinear los objetivos de la maestría en El Salvador. Etcheverry es autor de La tragedia educativa, de 1999: "La situación es más grave de lo que él escribió. ¿Por qué? Cuando veo que le tiran agua caliente o le pegan a un profesor porque las notas no son la que corresponde, me pregunto cuáles son las conversaciones que hay en esa familia". Para Cámpora, la tragedia educativa es también una tragedia familiar.
Por este motivo, el modelo que desarrolla en la Universidad del Salvador desde hace veintitrés años no se limita a instruir, sino también a formar. "El cambio de mindset que propongo es que no solamente promovamos el cambio cultural en los jóvenes, sino en toda la sociedad".
Uno de los aportes más originales de Cámpora es la lectura histórica de los problemas organizacionales contemporáneos. "Federico de Prusia diagramó un organigrama funcional para separar las actividades de mando y control, y tenía una frase fundamental: 'Al soldado hay que enseñarle a tenerle más miedo al jefe que al enemigo'. Muchas organizaciones siguen con ese pensamiento mecanicista, en donde el jefe quiere manejar a su gente con el palo y la zanahoria".
Esa estructura vertical genera lo que Chris Argyris llamó "rutinas defensivas": comportamientos que procuran disimular los problemas en lugar de resolverlos. Las consecuencias pueden ser gravísimas. Cámpora menciona dos ejemplos: el accidente de Lapa en 1999 y la tragedia de Once. "Estaba a la vista que había alarmas que atender y no se atendían", dice.
"Muchos confunden jefatura con liderazgo y son dos cosas completamente distintas. ¿Podés ser líder sin ser jefe? Sí. Si lográs que un grupo de personas que trabaja con vos pida las cosas por favor, sepa dar las gracias y pueda pedir disculpas cuando se equivoca, el clima interno de ese grupo va a ser extraordinario. Si dejás de lado una pizca de tu ego para atender al ego de los demás y escuchar empáticamente, reconfigurás un tejido humano que vincula a las personas y les da un sentido de pertenencia. Los autores de la Universidad de la Singularidad lo llaman 'propósito de transformación masiva'. Yo trabajo en la Universidad del Salvador porque sé que, más allá del sueldo, estoy cambiando la sociedad. Hay alumnos míos que reciben este mensaje trascendente y, de alguna manera, mueve la frontera hacia la gente".
"Un líder tiene que inspirar. Si no inspira, no es líder. Si el líder no descubre posibilidades de desarrollo en los demás, no es líder", afirma Cámpora.
Uno de los conceptos que Cámpora repite con mayor énfasis es el de la responsabilidad. "Cuando Miguel Ángel Buonarroti, con 23 años, se puso a esculpir el David, no lo hizo más o menos. 'No, lo que pasa es que era un obsesivo'. ¡No! Era un apasionado de la vida. El tipo vivió al lado de la roca escultórica durante tres años hasta que logró la obra de arte que todos admiramos". La metáfora se extiende a nuestra vida: "Todos podemos hacer que nuestra vida sea una obra de arte. Y podemos contribuir a crear obras de arte en las vidas de los demás, donde en lugar de padecer el trabajo, interpretes al trabajo como un ámbito de creación, de evolución constante y consciente".
Pese al tono crítico de muchos de sus diagnósticos, Cámpora no pierde el optimismo. "Debemos responsabilizarnos por transformar la confrontación en asociación", dice, y asegura que lo que dijo en la entrevista es lo que repite en el aula, en los libros que ha escrito, en las charlas que mantiene en el interior de la provincia de Buenos Aires con chicos de 15 o 16 años. "Esto no es un ensayo de la vida: esto es la vida. Lo que hacés y lo que no hacés habla de vos tan alto que todo lo que puedas explicar no tiene demasiado sentido. Somos lo que hacemos".












